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miércoles, 5 de septiembre de 2012

“Los 39 escalones” de Alfred Hitchcock

El film, difícilmente puede ser considerado como obra de “paquete”

Faust Carámbura*

  
No filmo nunca un trozo de vida
porque la gente puede encontrarlo perfectamente en su casa,
en la calle, o incluso delante de la puerta del cine.

Alfred Hitchcock.

“Los 39 escalones” de Alfred Hitchcock (Londres, 1899 - Los Ángeles, 1980) es, a mi particular punto de vista, una de sus mejores películas por el perfeccionamiento del pulso narrativo y la descripción de los personajes con un fino análisis psicológico. Hitchcock, maestro indiscutible del suspenso y el terror, volcó su dominio cinematográfico en esta película, donde la emoción y la angustia están sabiamente dosificadas para producir al espectador un estremecimiento de angustia y de placer.

El film, difícilmente puede ser considerado como obra de “paquete”, adjunta a sus demás obras, ya de por sí reconocidas y alardeadas por la crítica, porque su virtuosismo es nato y auténticamente creativo. Hitchcock, el eterno observador de su propia creación, concebía al cine como ese espectáculo lúdico que nadie debía perderse y a sus cintas, llenas de incertidumbre y aprehensión, como irresistibles e insoportables por su sello característico: el suspenso. Lo afirmó en su libro “Historias para leer a plena Luz” (1973), reeditado por la Editorial Artemisa y lo testificamos los espectadores: “Quizá sea sobrecogedor, horripilante y sin duda alguna, entretenido. Lo sé porque soy considerado un experto. Con una característica falta de modestia, he permitido ser anunciado como un maestro del suspense. De hecho la descripción es exacta, y debe usted admitir que está totalmente justificada”.

“Los 39 escalones”, según Mr. Memoria, interpretado por Wylie Watson (Escocia, Reino Unido; 1889-1966), es una organización de espías que junta información ultra confidencial de la oficina extranjera para “sacarla” del país. El desarrollo de la cinta comienza en un espectáculo de Londres donde se origina una disputa entre los asistentes. Un disparo causa que la gente salga despavorida hacia la calle y nadie sabe porqué ni de dónde se produce. Entre el disturbio Richard Hannay, interpretado por Robert Donat (Withington, 1905 - Londres, 1958), conoce a Lucie Manheim (Berlín, 1899 - Braunlage, 1976) en el papel de Annabella Smith, quien le revela ser una agente británica encargada de descubrir a un grupo de conspiradores que pretenden vender un secreto de estado a una nación extranjera. La mujer es asesinada y Hannay figura ser el principal sospechoso.

Hannay con el afán de terminar las investigaciones de la agente y desesperado por demostrar su inocencia, se inmiscuye en una serie de acontecimientos que lo llevan a descubrir y desenmascarar al grupo denominado “Los 39 escalones”.

Hitchcock, vuelca la confianza en el protagonista, pues en su papel como hombre opulento de metrópoli, pretende despertar la conciencia de la lucha política contra el sistema a toda costa. Sistema en el cual, también se encuentra inmerso. La cinta, a pesar de tratar un tema muy delicado, está plagada de humor y potencial, aunque por ratos, se estanca demasiado en ahondar sucesos indiscutibles.

“Los 39 escalones”, para los amantes del suspenso y el buen cine, es una película que no deberían dejar pasar porque cumple con su objetivo primordial: envolver al espectador y hacerlo parte de la estupenda trama.